Estás de compras, en el centro de la ciudad. Demasiadas personas, demasiadas caras. No te fijas en nada ni en nadie. Al fin y al cabo, todas son personas que han salido al centro igual que tú.
Y, de repente, allí está. Hay una luz que te ciega. No te deja ver y, a la vez, te obliga a mirar. Es como un imán.
Y, cuando te paras a mirar esa cara, es como si no hubiera nadie más. Nadie más porque todas las demás personas no tienen esa luz. No tienen ese encanto. No sobresaltan de ninguna manera.
Imagínate, por ejemplo, Los Beatles. Mira una fotografía y sin pararte demasiado, dime quién te ha parecido que brillaba con luz propia. Quizás todos te parezcan lo mismo... o, quizás, alguno, tiene un toque personal diferente. Quizás te parece diferente de alguna manera. Que sale fuera de la foto. Que te quiere decir algo.
¿Sabes? Tengo a Paul McCartney en mi habitación. Ha salido de la fotografía.
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