Son de esos días que te marcan. Esos días que supondrán una diferencia en tu monotonía. Son de esos días que recuerdas con cariño, que cuando alguien se acuerda de ellos delante de ti, estás obligado a sonreír. De esos días que, si ves fotos de cuando lo viviste, deseas volver de nuevo. Sentir de nuevo.
Ojalá pudiera volver a ese día. Vivirlo.
Es ahora cuando me doy cuenta de que fue demasiado especial. De que, si no hubiera estado en el momento exacto, en el sitio exacto, quizás, solo quizás, lo habría dejado pasar y, ahora, sería un poco menos feliz. Un poco menos soñadora.
Creo que todos necesitamos tener días así. Días inmejorables. Aunque no perfectos.
Poco a poco, tu meta es volver a sentir esos momentos. Hacer que vuelvan de nuevo, tenerlos a tu lado. Sacarle provecho a todos y cada uno de los segundos de esas veinticuatro horas.
Son de esos días en los que aprendemos algo. Algo que condicionará tu camino al andar. Condicionará, quizás un poquito o quizás mucho, tu paso. Quizás consiga traer nuevos sueños que alcanzar, o dibujar una nueva meta.
De repente, tu cielo es un poquito más azul, está, sin darte cuenta, un poquito más cerca. El Sol, las nubes, te invitan a acompañarlos. A formar parte de esa belleza.
Una belleza que alcanzarás... un día como esos.
La belleza que alcanzaste en ese segundo, en esa mirada... en ese escalofrío.
No comments:
Post a Comment