Hay personas que se van. Personas que, sin ningún motivo aparente, desaparecen.
Y ahí es cuando las consecuencias se dejan ver. Nunca pensaste qué pasaría cuando faltara alguien en tu vida. Y, si lo pensaste, ni siquiera te imaginabas que pudiera ser verdad, de la misma forma en la que aparece en tu cabeza.
Hay una ligera diferencia cuando lo piensas a la realidad. Cuando lo piensas, te basta con abrir los ojos y saber que era todo una farsa. Que sigues ahí, con esa persona, que no te ha fallado. En cambio, todo cambia cuando la imaginación se adapta a la realidad. Cuando abres los ojos y te encuentras vacía. Alguna parte de ti ha muerto porque tus ojos ya no ven igual que antes. Ya no ven las mismas cosas. Falta alguien.
Y nunca va a volver.
Quizás, cuando te imaginabas qué sería de ti sin esa persona, alguna lágrima empujaba desde dentro de ti para salir al exterior, para hacerte ver que no era algo trivial esa sensación.
Sin embargo, todo cambia, aunque no lo creas, cuando todo pasa a ser realidad. Sí, caen lágrimas de los mismos ojos, del mismo corazón. Pero son distintas a las de antes.
Ahora, estas, llevan un peso que nunca más vas a recuperar. Sale, poco a poco, de ti la alegría que te hacía pensar que ese alguien estaría allí si le pidieras cualquier cosa.
Porque ya nunca va a estar.¿Sabes? Creo que las lágrimas te dejan vacío. Y, cuando ya no queda ninguna más, es cuando te paras a pensar. En frío.
Qué diferente sería todo si nunca te hubieras ido. How I wish you were here.
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