Tuesday 9 May 2023

Todos los vencejos nuestros

Ayer vi cientos de vencejos volando en círculos mientras me tomaba un café.

Y pensé en ti.


Pensé que quería hacer contigo algo parecido a lo que hacen estos solemnes pajarillos. Quería volar y volar y no dejar de volar. Quería no tocar el suelo, que sintiera que levito contigo. Ni una pizca de fricción con los malos asfaltos de la vida. Pensé que me apetecía esquivar las tormentas más violentas contigo. Para luego verlas desde arriba. Muy arriba. Antes de irnos a dormir. A la vez. Siempre a dormir a la vez.


Y luego pensé que cuando me miras y no me dices ninguna palabra se te ponen ojitos de vencejo. Que son los ojitos que te miran el alma pero con calma. Una paz sobrenatural. Eso eres tú. Me arroparía con los ojos que regalas a los mundos cuando sonríes.


Pensé también que te habría encantado compartir este momento conmigo. Que mientras te tomabas tu café con leche templada observarías con admiración y curiosidad a todos estos pajarillos. Y por esto no te lo conté en ese preciso momento. Porque entendí que si te pensaba así de fuerte sería como si estuvieras a dos centímetros de mí.


Así te siento a veces cuando estás lejos. Y, eso, mi pajarillo, no pasa todo el rato.