Tuesday 26 January 2016

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Siempre te necesité. No me malinterpretes pero siempre necesité la manera en la que mueves tus ojos de mis pies a mi cabeza. No es que no pueda vivir sola, tampoco es que vaya a morir sin ti. No es nada de eso. Es que te necesité para escribir cada día.
No siempre fuiste tú tal y como me lees. A veces fue tu ausencia o a veces fue tu inconsistencia.
Siempre necesité tenerte en mi cabeza, merodeando por mis rincones, desordenando mis cajones. Siempre necesité tus ojos, tu pelo y tu boca. Necesité que me entretejieras el pelo, que me apretaras las costillas y que me arañaras las piernas.
Necesité tu aliento para respirar profundo. Necesité tu voz para saber qué era el ruido. Necesité tus manos para encontrar la posición natural de las mías.
Te encontré en el momento exacto porque entonces supe que eras tú. Te escribí mil libros en mi cabeza, quinientos en los cuadernos y uno aquí, en tu piel. Avísame si necesitas aprender a leerme.
Es lo que haces lo que abruma. Lo que dices, cómo lo dices. El lugar a donde vas, las calles que pisas. Son las noches que duermes a solas, las veces que te tatuaste lo que te quita el sueño. Los días que lloraste por lo que se te perdió. Los colores y las líneas que usaste para dibujar el espacio que nos separa. Es lo que te hace daño lo que más odio. Voy a echarle una maldición a todo aquel que te pise los talones, a todo el que te diga a dónde no puedes llegar. Puedes llegar a todas partes si ya estás aquí.
Te necesité cada noche al escuchar la campanada número doce. Te necesitaron mis ojos cada día si empezaban a llorar por cualquier cosa, ya no fueras o fueras tú. ¿Dónde vas a estar siempre?
Solo quiero que sepas que te necesité en casa, en la Universidad y en los aviones. Solo quiero que sepas que aún no sabía si sabrías leer, si entenderías mi idioma, no sabía si querrías escucharme, si querrían mirarme esos ojos. Y aun así te escribí mil cartas de amor además de todos los libros.
Si te necesito es porque eres tú. Eres todo lo que eres, soy todo lo que soy. ¿Dónde estamos?
Te necesité para escribir esto. Te necesité una vez, dos, tres. Lo entendiste y luego dejaste de entenderlo. Apareciste de una forma y de otra. A veces lo leíste, otras, lo leí por ti. A veces se me habrá olvidado decirte lo mucho que he llegado a quererte y otras, me habré mordido la lengua. Por si dolía. Por si acaso hubiera dolido más de lo que ya pudo doler cualquier vez.
Otras veces, al final, habré cerrado los labios, los ojos y las venas y habré tratado de buscarte en otra parte para así no necesitarte nunca más. Lo siento, es que necesito necesitarte. ¿Cómo te escribo, si no? ¿Cómo respiro, si no?
Entiéndelo, no es que me muera por ti. Es que la sangre no es roja si no me pisas los estornudos. Es que las palabras están vacías si no llevan tu olor.
Si te necesité, fue porque tenías que necesitarme.
A veces, todo eso. 
Y, luego, está esta vez.


Sunday 17 January 2016

Todavía estás aquí

Hold me close and hold me fast.

Des yeux qui font baisser les miens, un rire qui se perd sur sa bouche. Voilà le portrait sans retouche de l'homme auquel j'appartiens.

Voy a desaparecer. Cuando dejes de respirarme, voy a desaparecer.

Me da igual cuántos trozos más tenga que recoger. He bajado al sótano siete a por las partes de mí que olvidé por ti. Y te voy a olvidar si me haces desaparecer. Al final, todo pasa y todo viene. Y, bueno, si no viene como me contaste, vendrá como te contaré.
He empezado a escribir el libro que te prestaré cuando me vaya. Te pediré que no lo pierdas, que algún día volveré a por él. Y, entonces, quiero pedirte que lo pierdas. Así cuando vuelva a buscarlo me enfade tanto contigo que te pegue puñetazos en el pecho. Que no te harán daño, ya sabrás cuánto me gustan las rabietas. Y que acabemos mirándonos a los ojos, preguntándonos dónde habrá podido ir a parar. Y como nunca lo sabremos (porque habrás sido capaz de perderlo total y eficientemente), tendré que quedarme contigo para siempre, esa vez ya de verdad, para poder seguir buscándolo para siempre.
De la misma manera que yo ando buscándote siempre.
Es triste saber que aunque te busque, no te ando encontrando. Solo te encuentro a ratos y luego me fío de que dentro de un par de migraciones serás la bonita historia que nunca contaré por completo. Me reiré de nuestros desencantos y pintaré tus pestañas en las ventanas empañadas; pero nunca te llamaré otra vez. Nunca te responderé antes de las dos. Nunca pensaré en ti más de dos días seguidos después de verte. Es que eres peligroso. Arañas, desgarras y aprietas las cicatrices. Podrías tener el hueco en el sofá pero es demasiado tarde para no dormirme en esta posición. Siempre te voy a pedir con un tono un poco más bajo que me tapes con los brazos mientras miro la manta de invierno. Me saldrá el brillo en los ojos si te das la vuelta y no es para irte. Y nunca, nunca, nunca te habré susurrado vete. Es demasiado decidir.
Espero escribirte al menos en dos idiomas diferentes. Hablar de ti al menos a dos personas que se parezcan a ti tanto como a mí. Soñarte al menos en dos países diferentes. Pensarte al menos uno de cada dos años. Espero crecer dos centímetros más de los que nos separan. Y, aunque nos separen más, quedaremos en el recuerdo. ¿Cómo te explico que no puedo recordarte si sigo esperando que llames a la puerta sin avisarme?
Todavía estás aquí.

Everyday words seem to turn into love songs.