Las cosas vienen y van. Saltan y vuelan. Se pierden y aparecen de nuevo para volver a desaparecer.
Las cosas... tienen tanta importancia como tú le quieras dar.
El problema es cuando sabemos que esas mismas cosas tienen su final y ni siquiera han empezado. Nos centramos más en cómo aprovechar nuestro tiempo que en aprovecharlo de verdad. Solemos planificar, soñar, cuadrar cada segundo.
Y luego, ¿qué?
¿Qué pasa con los planos? Desaparecen, se pierden, se fugan, alguien los roba, se manchan de casualidades imprevistas y acaban plagados de lagunas.
En realidad, todos soñamos en vivir el presente. En ese Carpe diem. Todos sabemos perfectamente que los momentos por los que pasamos nunca más se volverán a repetir, no de la misma manera. Y, sin embargo, si nos paramos a pensar, nos pasamos esos momentos prometiéndonos que los disfrutaremos de verdad, que tenemos que disfrutarlos.
¿Cuántos momentos perfectos podemos vivir a lo largo de nuestra vida?
Estoy segura de que pueden llegar a ser muchos. Tantos como nosotros mismos nos permitamos, cuando nos dejemos disfrutar, olvidándonos de pensar si deberían suceder de otra forma o no.
Supongo que has visto el club de los poetas muertos hace más bien poco porque el discurso es prácticamente el mismo jaja
ReplyDeleteSi te digo la verdad, no he visto esa película... jajaja En serio
DeleteTe la recomiendo, seguro que te gustara
ReplyDeleteVale, gracias! Prometo que antes de que acabe este verano la veré... jajaja
Delete