Wednesday, 28 May 2014

A los de siempre

Lo único que hacemos es seguir y seguir... y amar todo lo que se cruza en nuestro camino.
Todo lo que hacemos es sonreír, ser sin querer, ayudar sin esperar nada a cambio.
Todo lo que hacemos, ya está hecho. Y lo demás... bueno, ahora solo queda echar de menos.


Y, ahora, ¿qué? ¿De dónde voy a sacar mis respuestas? Después de todo, ¿de dónde voy a sacar a personas que ocupen vuestro puesto de la manera tan perfecta en la que vosotros lo hacéis? Decidme que no es tan imposible, que quizá me prometáis que nunca permitiréis que ese puesto quede vacante. Decidme, ¿cómo os despido ahora?

A mis lunas menguantes, con su capa de azúcar glassé, a las que nunca le falta la pureza del blanco roto. A las que nunca, nunca, nunca voy a tener tan cerca como para no echar de menos. A las que me lo han dado todo en tan poco tiempo, las que siempre me sorprenden. Las que cada día escuchan, miran y entienden. ¡Y luego se ríen! Sea lo que sea, siempre reír, siempre ser feliz. Nunca se podrían encontrar palabras de agradecimiento, nunca se podría encontrar un lugar donde estar con ellas y no sentir esa completitud. 
A aquella que lo único que se le ocurre decir después de hacer el examen de nuestras vidas es un energético: ¿A ti no te motiva el himno del Sevilla? Y a continuación empieza a cantar, como si nada, con más optimismo del que nunca existió. Y Sevilla, Sevilla, Sevilla. Aquí estamos contigo, Sevilla. A la misma que cada día se reía sin parar, por cualquier cosa. La que nunca se deja derrotar. De la que admiro su fuerza de voluntad, aquella que cuando todo va mal, está segura de que cambiará. Esa que te transmite la felicidad, la tranquilidad. Su risa como respuesta a todo, como medicina de las decepciones. Infalible. Invencible.
A mi chica de biblioteca. La que me ha enseñado que incluso en sitios donde está prohibido hablar se puede llegar a meter a un alma tan dentro del corazón que faltarían mundos para sacarla de ahí. A su calidez, su capacidad de hacerlo todo fácil. De ver las cosas fácil, de alegrarse de tus alegrías. De convencerte de que la ilusión también es cosa de dos. Nunca dejes de contar los días que quedan para llegar a tu meta. Y nunca dejes de pensar que cada uno que pasa es tan importante como el último. Nunca pierdas un día. Nunca permitas que tu entusiasmo, tu carisma y tu manera de ser desaparezcan.
A mi enana, la que me saca mil cabezas cuando se trata de ser. La que todo lo siente tanto que rasga. La que podría sustituir a Eros sin que nadie se diera cuenta del cambio. La de las ganas de hacer, que te prestaría hasta su casa si se lo llegaras a pedir. Aquella de la sonrisa, la mirada y la inocencia de una niña. Lo que hace su encanto, lo que la hacer ser. Tanta delicadeza de miniatura, tanta sensibilidad de Bernini. Y tantas risas que complementan a miradas cómplices. Cuántas cosas nos habremos dicho sin decir. Y cuánto de cerca queda esto de decirse adiós. Y cuánto empieza a rajar. No permitas que nadie te quite la gracia que te identifica, la delicadeza de tus movimientos. Y si vuelves a llorar, que sea de felicidad. Y si vuelves a llorar y no es de felicidad, que sea un segundo, y que pienses en todo lo bueno que hay en ti y todo lo que te rodea que haces bueno. Y sonríe. Y enamora con tus carcajadas. Porque enamoras, chica, enamoras.
Y, cómo no, ¿cómo podría ser de otra forma? A la persona más cariñosa del mundo. La que nunca falta. La que conoce tus secretos incluso sin decirlos. La de los ojos bonitos siempre y con un plus cuando están al sol. La que me enseñó que el amor de mi vida no es necesariamente el que me acompañará para siempre, sino el que me ha acompañado durante lo que he vivido, que eso sí es mi vida, no lo que aún queda por vivir. Aquella persona que siempre le faltan los abrazos, los besos y las fotos. Y los pide. ¡Vaya que sí los pide! Y los recibe, ¿cómo negarse a tus ojos, amor? La que valora tus ilusiones, tus proyectos y siempre está dispuesta a ayudar. La que lo da todo sin esperar recibir absolutamente nada. A la que se le cae la bondad por los costados. La de las bromas a media voz y la risa inesperada. La que comprende cada poro de tu piel y te hace sentir tan a gusto en cualquier lugar, que no te importaría firmar un contrato para tenerla ahí toda la vida. Es más, no me pensaría hacer cola para ello. La que quiere y es querida. Te haces de querer, tanto que no dudaría en decir que eres uno de los amores de mi vida. La que ama el baile tanto como a sus musas. Que ya es decir. Ya es decir. Nunca dejes de brillar, ya sabes, nunca dejes de querer, nunca dejes de ser tú. Nunca me olvides.

Pondría la mano en el fuego por vosotros. Y aseguraría que estos dos años han sido los mejores de mi vida. Quizá no en el mejor sitio, pero con la mejor compañía. Todos habéis construido un pedacito de mí y eso es lo que os lleváis. Exactamente lo mismo que yo espero llevarme de vosotros. Nunca dejar de caminar y nunca, nunca dejar de recordar. Eso es lo que me llevo. Eso es lo que me arropa. Gracias por hacer de mis días algo que realmente merece la pena, por hacerme reír, por comprender y por el cariño. Gracias por vivir, por ser, por estremecer. Gracias por sentirme obligada a escribir cada una de estas palabras. Y que ninguna de ellas sea tan grande como para explicar vuestra grandeza. Perdonad mi osadía, no me olvidéis.

Monday, 12 May 2014

Así

Contigo las cosas son fáciles. Rompes los días suicidas de un mes en un mísero segundo de compostura. Rompes con los autorreproches que causan las tormentas con tan solo el tacto.

¿Cuánto tiempo nos queda para brillar? Cuando la música te abrace y te lloren los silencios, búscame. Cuando vuelvas a sentir la seguridad de la calma en medio del océano o cuando tengas claro que mañana esa estrella ya no estará, llámame. Pero cuando necesites mi voz, mi tacto o mi humor, déjame ir.

Igual lo hago yo. Como si todo fuera aplicable a todo. Haga lo que haga y diga lo que diga, siempre este hedonismo que casi nos asfixia. Casi. Y nos define por las noches pero nos traiciona con cada primer rayo de sol de cada día.

Has dejado de notarme, he dejado de buscarte. Has vuelto con más ímpetu, me has aplastado con tus ganas. Mírame, soy feliz, tu juego me ha dejado así.

Y hoy me cuesta más hablar de mí y mucho menos hablar de ti. Aunque me cueste todo lo que no sea esperar.

No me he enterado de la mitad. Lo que has dicho son palabras que significan libros y frases sin terminar que son párrafos.

Monday, 5 May 2014

En vis a vis quincenal

Decían que con sus versos quebraba el tiempo,
 se estremecía el viento.
Decían que cada uno de sus besos resumía su cordura,
¿por qué se enamoró de tu locura?

"Y después nos dejaremos, si nos queremos dejar."
Nuestras cadenas son de sal. Una sal que se deshace con más lágrimas de sal. Nuestras despedidas son de nata de montar. Y se deshace en apenas varios minutos. Te vas volando y amenazas con no regresar. ¿Qué hemos hecho mal?

Mañana tenemos cita donde le roban tiempo al amor. No hay nada más precioso que lo que perdí. Y lo que aún nunca tuve, que me mira de soslayo. Y lo deseo. Lo deseo como el arte. Como que mis manos vayan solas, a veces incluso sin hacer caso al tempo de mi razón, marcando el pulso en las venas. Sacando de mí lo que solo es tuyo.
Lo que siempre será tuyo. Mi todo guardado para ti.
Y lo que queda, lo reservo para cuando faltes. Nada.
¿Qué me queda si te vas? ¿Qué tengo si estás?

Just a second.                                                     We are not broken.

¿De qué me sirve reír si ya no me acompañas con tu voz? Tus huellas son tan inestables que no se desprenden de mí ni en los días de calor. ¿Por qué? Me rompes en mil pedazos. Me pides, o quiero que me pidas, que esté a tu lado. Pero sin pedírmelo. ¿Y cómo me resisto? Si eres tú. Si siempre has sido tú. Eres Platón. Eres lo peor. Eres la imperfección. Eres lo que no quise en mi vida. Eres un no.
Pero eres tú.
Y te pegas como la masilla de carrocería. Me quemo con tu contacto. Mataría por estar contigo. Y, luego, si llego a estar, ni siquiera tendría una palabra para decirte sin miedo. Tengo tanto miedo de perderte que llevo creyendo estar en la cuerda floja desde la última vez que creí haberte perdido.

En un lado todo el daño, todo lo bueno en el otro; pero tú nunca en el centro, siempre haciendo algún destrozo. Porque nada vale nada en un lado o en el otro, se equilibra la balanza y duele todo.


Ya no puedo coserme, reinventarme ni quererme, ha sido todo tan raro, sucedió todo tan fuerte.



Para dejar por escrito que no voy a abandonar.
Y ponerle sangre al grito de los que aman sin poder amar.



Friday, 2 May 2014

Resquicios

Soy esa persona que se ahoga en un vaso de agua. Que se hunde en una cáscara de nuez. Soy esa persona a la que le afectan los detalles como si fueran bombas atómicas. Y esa que siente todo de más, la que se preocupa por cada mínimo resquicio de anomalía que desarme su utopía casi perfecta. A la que se le cae el mundo cuando las hojas del árbol se posan en el suelo del revés. O cuando le rechazan la más mínima cosa materialista que se adueña de su ilusión por casi un mes. Soy esa persona que sufre sin querer y por querer. La que pierde la cabeza si llega tarde. La que siempre necesita cien cosas que hacer y poder solo dos a la vez.

Se adueñan de mí mis demonios cuando ni siquiera me he dado cuenta de que he llegado a rozar mis infiernos. Desciendo de mi cumbre de felicidad cuando todavía me quedan legañas en los ojos. Y cuando llego al suelo me rompo en mil pedazos. Y casi sí se me puede ver. No me escondo cuando lloro. Me abruman siempre, siempre los recuerdos. Veo trozos de mi vida en cada esquina y los saludo sonriendo.



Fui esa persona.
Fui esa persona cuya única preocupación en el mundo era que los pies no quedaran fuera de la manta.