Tuesday, 29 October 2013

Teléfono

No podré contar qué ocurrió ayer. Fue hace tanto tiempo que el Sol se ha vuelto a poner.

Parece que todo viene y va. Y es que va a terminar siendo verdad.
Parece que te quedas y de repente me despierta tu portazo. ¿Qué diablos es lo que estás pensando?
Repito una y otra vez la misma canción. La misma letra. Los mismos acordes. La misma voz. Y es que no se parece en nada a la tuya. A tu voz. Puede que sea porque ni siquiera la recuerdo. ¿Me podrás perdonar? Ojalá. Tomaré el silencio como un signo de afirmación. 
Porque será lo único que nos regales a partir de ahora, tu silencio. Y, nosotros, agradecidos, no haremos otra cosa, osados, que intentar descifrarlo.
Ojalá estuvieras aquí.

Embobado, insomne, acaricio la piedra que encontré. Todos duermen pero ella, con el ruido, no la pudo ver.

Me da por recordar. Y no es que me duelas. Es que llevo en las venas tu ausencia. Y la seguiré llevando. Está más que asumida. Forma tal parte de mí que eres eso que siempre está. Eres lo que siempre, sin querer, o sin pensar, o, qué demonios, incluso haciéndolo, echaré de menos cada vez que descuelgue un teléfono, cada vez que me dé por marcar un número. Cada vez que mire por la ventana. O cada vez que me despierte después de una cabezada. O cada vez que me siente en aquella silla. O cada vez... cada vez, que suene nuestra palabra, nuestro número, nuestros recuerdos. Porque esos sí que suenan. Más alto que cualquier ruido infinito, más alto que cualquier fortissimo, más alto, siempre, que cualquiera que trate de hacer que me deshaga de ti. 

Con vivos, muertos, brindando juntos por un año más, un año menos que dolerse de esta herida y de esta luz.

Para mí, eres todo eso. Eres teléfono. Eres risas. Eres cincuenta. Eres Madrid. Eres tortuga. Eres esperanza. Eres lucha. Eres esa silla. Eres esa ventana. Eres esa cabezada. Eres valentía. Eres infinito. Eres inolvidable. Eres todo menos dolor. 
No. Nunca dolor. No eres dolor. Eres lo mejor de cada persona. Eres y serás, lo que siempre acompaña, que no duele y hace llorar, que no pesa y obliga a llevar, que no condiciona y no deja de aparecerse. Como si nada pudiera pararte... pero sin el como. Nunca existieron murallas para ti. Hasta que nos separó la única que conocimos de verdad. ¿Qué digo? Ni siquiera conozco una mínima parte de lo que me rodea... de lo que nos une o nos separa. 
¿Nos hace falta? Yo solo quiero que esto no acabe. Que no te vayas otra vez. No de mi lado. No de mi vida.

Ella llegó tarde, no vio a nadie, fue directa a dormir. En vez de su piedra encontró una fiesta en su salón.

Pocas cosas tan bonitas como tu voz, que quizá ni recuerde, o quizá prefiera no estropear con el acento que añadiría mi manera de recordar, mejor se queda así. Pura. Para siempre. Como lo fue tu sonrisa o tu calma. O tu mirada. Pocas cosas tan bonitas como formar parte de ti. Como que formes parte de mí. Pocas cosas tan bonitas como poder recordarte, aunque por los bordes, ya sabes, para no estropear. No te quiero estropear, no te quiero doler. No quiero cambiarte. No quiero volver. 
Quiero sentir. Sentirte tanto que me duela el esfuerzo. Que duela el esfuerzo, pero no tú.
Tú no dueles, tú aceleras el pulso, de ti brota agua, corrientes imparables de agua, aire puro de brisa y fuego eterno. Sí, tan eterno, que si alguna vez tratara de explicar cuándo empezó o si acabará, no podría decir absolutamente nada. O quizás sí. Algo.


Teléfono. Risas. Madrid. Tortuga.

Con vivos, muertos, brindando juntos por un año más, un año menos que dolerse de esta herida y de esta luz.



Un año menos que dolerse de esta herida y de esta luz.

Sunday, 27 October 2013

Cal

Teníamos tanta confianza que no se nos hubiera ocurrido decir otra cosa diferente a un "Nunca más volveremos a vernos".


Eres como el agua (y muchas veces desearía que no lo fueras)
Eres como el fuego (y muchas veces esperaría que lo supieras controlar)
Eres como el aire (y muchas veces me gustaría dejarme llevar por la más mínima brisa)
Eres como el hielo (tan helado que ni siquiera sientes)
Eres como el carbón
Eres como la sal
Como la cal
Eres


Como el agua porque siempre tienes un ciclo, siempre un rumbo, aunque vengas negándolo.
Ese es tu ciclo, negar todo lo que haces, negar por qué lo haces.
Como el fuego porque ardes y eres cenizas. Porque subes y bajas. Porque aclamas pasiones y las obvias como si fueran nada.
Como el aire porque no es que te dejes llevar, es que llevas. Llevas todo lo que quieres. 
Y niegas hacerlo, otra vez.
Como el hielo, afirmando y tratando de no sentir. ¿Quién sabe los demonios en los que piensas?
Como el carbón, tan negro de repente y tan útil en invierno.
Y tan imprescindible para los Reyes Magos.
Como la sal porque te quedas con todo, a todo le pones tu toque. A todo lo marcas. Y te pasas.
O no llegas.
Pero estás, que es, o no, lo importante.
Como la cal. ¿Por qué? Porque sí. 
Eres un porque sí en toda regla. Eres cal mezclada entre razones no válidas.
Eres.



Sunday, 13 October 2013

Para dormir cuando no estés

Me contó la forma de abrazarte y que no me queme la piel.

Que dicen que si la juventud distorsiona. Que si todo se ve más perfecto. Que si solo sabemos mirar a nuestra manera. Que si las cosas no siempre son como nosotros queremos. Que si algún día nos daremos cuenta de que llevamos viviendo en las nubes todo el tiempo que pensamos estar experimentando la pura realidad.

Y es que todo esto se acerca más a dèja'vu que a todos los tabús de los que nos hacéis protagonistas.

Pero es que yo cada vez tengo más claro que por más veces que nos repitan que no todo es como pensamos, mi vida viene siendo más completa a cada paso que doy. Y cada vez estoy más segura de que todo lo que me dicen es mentira hasta que yo demuestre lo contrario.

Tengo que romperme en mil pedazos otra vez.

Que si no acepto las críticas. Que si soy más fuerte de lo que creo. ¿Y qué? ¿Qué es lo que buscan? No me hace falta saber lo fuerte que soy para ser fuerte. No me hace falta saber cuántas lágrimas voy a desprender para saber que en un segundo voy a romper a llorar. No me hace falta. ¿Para qué? ¿De qué sirve complicarse? Solo necesito vivir. No necesito saber cuántos años tengo. Ni en qué año estamos. No necesito un corrector de sentimientos en cada momento. No necesito un contador de pasos. Solo necesito vivir. Que no me digan qué día viene después de hoy, que solo vendrá mañana. Que será igual de perfecto que todos los demás días (menos si no estás a mi lado; eso sí que resta algo más que un plus). Solo necesito una cosa (además de vivir): que alguien me explique el secreto para dormir cuando no estés.

Cuando no estés.

Que no va a ser ni un día. Ni dos. Ni tres. Ni mañana. Ni ayer. Va a ser más de lo que me digan. Y menos de lo que me aseguren. ¿Y qué? Solo necesito saber el cómo. Solo necesito saber el podré. No acepto un porqué. No acepto un nunca se sabe.

Porque yo sí que lo sé. Sé quién soy. O, por lo menos, sé lo justo que necesito saber de mí para vivir, vivir contigo o sin ti. Sin ti. Sin ti... Sin ti. Hasta que vuelves. Hasta que vuelves y ya nunca me acuerdo de ese para cuando no estés. Vuelves y ya no vivo, ya vivimos. Vivimos tanto que da igual si alguien se atreve a mover una pieza de nuestro ajedrez. Da igual. Da igual porque nosotros ya acordamos cuándo, cómo y por qué proclamar nuestro tablas. Vivimos, quieran o no. Vivimos, que es todo lo que pretendíamos hacer desde el principio. Y, piensa, ahora, ¿qué importa qué día, qué hora o cuánto tiempo? Lo que vivimos... es todo lo que tenemos. Lo que vivimos... es lo que me explica cómo se duerme cuando no estás. Lo que vivimos eres tú. Soy yo.

Que vengan ahora a evitar que me rompa en pedazos otra vez. Que digan que no es lo correcto. Que no es necesario. Que no hace ningún bien. Venga, y, ahora, ¿crees que les valdría un porqué? ¿Crees que algo les parecería bien? Seguro que sí. Pero es que yo soy a veces yo y a veces pedazos. Eso es lo único que cuesta trabajo entender.

Otra vez. Otra vez.

Para dormir cuando no estés.

Sunday, 6 October 2013

Que nadie pueda nunca separarnos

Es de esos días que te marcan para mil años. De esos días que repetirías durante toda tu vida sin darte cuenta de que llevas haciendo lo mismo todo el tiempo. De esos días que no te dejan nada más que pensar que tienes las mejores amigas del mundo. O que el mundo no tiene las mejores amigas que tienes tú. Que es totalmente imposible.

Volveremos a brillar, en toda su intensidad.

No hay palabras para algo que te dejó sin palabras en su momento. No las hay. Ya las hubo. Eso es, sí que las hubo. Que nadie pueda nunca separarnos.



Hasta el Sol Que nadie pueda nunca separarnos Hasta el Sol Que nadie pueda nunca separarnos