Thursday, 30 August 2012

Y alguna que otra noche más

¿Conoces esa sensación? ¿Esa que hace que se te acelere el corazón? Esa que consigue que cierres los ojos sin darte cuenta, sin pensar.
La vida da tantas sorpresas que si nos paráramos a contar todas y cada una de ellas necesitaríamos un par de siglos y alguna que otra noche más.
Cambios, cambios, cambios.

Cambiar el mundo, hablar de más, enredar un poco.


Nunca soporté aquello de perder el tiempo... pero es que a veces es tan inevitable. Pasas un año completo con una meta, pensando en ella todo el tiempo. Dándote esperanzas, caminando a ciegas, imaginando despedidas. Y, de repente, todo se hunde. La meta desaparece y solo cabe la decepción.

Salir cada noche a matar, hacer un par de rotos, amanecer charlando con cara de locos.


¿Y después? Después... abres los ojos. Después descubres lo grande que es el mundo  y lo poco que lo conoces. Después sonríes por darte cuenta de que, en realidad, no has perdido el tiempo; sino que has aprendido tanto, tantísimo, que podrías llorar de felicidad.

Hoy me he quedado pillado al verte, me pareces otro; pero eres el más grande, eres un terremoto.


Creo que muchas veces es eso en lo que se basa esta vida. Emociones, sorpresas y un par de acordes.

Tú puedes todo... y más.

Me dispongo a despegar vale la pena marear, sangrar, decir, averiar, hacer el torpe. O me da por preguntar, ¿de dónde he salido? Y ¿de que valdrá marcharme lejos, cambiarlo todo por un monte?

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