Pude haberte enseñado tantas cosas
que apenas hubiéramos tenido tiempo para mirarnos los ojos
Menos mal que al final no fuimos
nada
porque al menos así pude saber de qué tono es ese verde tuyo
después de treinta veces
antes de que te fueras
Aunque no llegué a saber cómo sonaba mi nombre con tu voz
pude imaginar
que sería como cuando se cantan las canciones de amor
del de verdad
Y a pesar de que siempre quise escribirte al menos tres cartas
prefiero no haber escrito ninguna
porque era la única forma de no llorar la última
Antes de que te fueras
llegué a creerme que me mirabas porque me querías ver
alguna vez
fuera de este desastre de suelo que pisamos
Pensé que quizá te imaginabas cuánto podían pesar mis huesos
cuando no estaban preguntando por ti
y se movían a la par que cualesquier otros brazos
que ahora ya no tienen ni sombra ni nombre
Aunque ya solo recuerdo tu camisa azul de los martes
te he robado algo
y lo llevo siempre encima
Por si quieres venir a buscarla
tengo tu ausencia muy pegada a mi piel
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