Monday, 30 June 2014

Duelo

25 de febrero de 2013 
"Ah, hoy casi lloro de felicidad. Solo por verle la cara. Este chaval es más grande de lo que pensaba."
 30 de junio de 2014
"Hoy me han fallado las piernas cuando he escuchado su voz. Apenas estoy segura si es involuntario, innato o futurista. Hoy he llorado, y no le había visto la cara. Ayer también. Y mañana."

Monday, 23 June 2014

Stand by postconvencional


Este adiós no maquilla un "hasta luego", 
este nunca no esconde un "ojalá", 
estas cenizas no juegan con fuego, 
este ciego no mira para atrás.

Este notario firma lo que escribo, 
esta letra no la protestaré, 
ahórrate el acuse de recibo, 
estas vísperas son las de después. 

A este ruido, tan huérfano de padre, 
no voy a permitirle que taladre 
un corazón, podrido de latir; 
este pez ya no muere por tu boca, 
este loco se va con otra loca, 
estos ojos no lloran más por ti.


Realmente ahora sé por qué te enfadabas tanto cuando fingía que nuestra relación estaba tan rota que lo mejor sería terminarla. Y realmente no sé qué clase de intuición hizo que no lo volviera a repetir. Si no lo entendía.

No entendí nada.

Me muevo por inercia.

Y, ahora, tan cerca de la desesperanza, o tan dentro de ella, tan solo me queda pensar que ojalá nunca hubiera dejado de repetirlo. Por lo menos no hubiéramos perdido el humor. Porque era broma, ya sabes.

Realmente ahora solo se siente bien entre versos de Sabina y con las luces tenues de la habitación raramente ordenada. Lo primero que quise fue marcharme bien lejos. ¿Desde cuándo mi habitación ha estado ordenada más de dos días seguidos? Pues ahora lo está. Y solo me hace pensar que no sé dónde estoy. Y decidme dónde estaré. En mi próximo cumpleaños, tan igual y tan diferente a todos. 

Y tan lejos de todos.

Y tan lejos de mí.

Hice trampas al póquer, defraudé a mis amigos. Por el mismo motivo por el que suena tu canción favorita cuando estás a punto de llegar. Y por el mismo por el que ya no puedo nada más que pensar que las barreras son involuntarias. Y el dolor necesario. Y la desilusión un espectro.

Realmente ahora desconozco por qué ya de todos los planes quedan menos uno. Y menos cinco tantos a las ganas que existieron. Y por qué tiré la toalla sin haber salido de la ducha. Y por qué se ha quedado levitando, sin querer caer y sin querer volver. Como el antiguo stand by que tanto te gustaba. 

Que ojalá te siga gustando.

Que ojalá sepas a lo que me refiero.

Quizá así no esté tan lejos. Tan fuera, tan en el banquillo. Tan resignada al paso de los días sin sentirlos. Con lo que a mí me gusta sentir. Y con la presión de perder el tiempo en cada apunte. Y con el fracaso a dos días, ya escrito en el folio de examen.

No abuses de mi inspiración, 
no acuses a mi corazón, 
tan maltrecho y ajado 
que está cerrado por derribo. 
Por las arrugas de mi voz 
se filtra la desolación de saber 
que estos son los últimos versos que te escribo, 
para decir "condios" a los dos nos sobran 
los motivos.


Monday, 16 June 2014

Némesis

Una vez. Solamente una vez, ya lo ves. Y no fueron mis pies, que fueron mis manos las que se enredaron.

Me traes el frío de las ciudades del desengaño. Te abrazas a las calumnias de la suerte. Y obvias lo que se te viene encima. Te olvidas de que te estoy esperando. No te preocupas de recordar mi nombre cuando son tus manos las que se quedan pegadas al hielo. Porque los besos, en el frío, atrapan. Porque los besos, en el frío, te roban la conciencia.

Una vez. Solamente una vez. Y por más que lo pienso siempre noto el peso.

Me he recorrido todas tus antesalas y juraría que han dejado de oler a ti. He paseado por los fiordos del deseo y no me puedo acordar de cuántas margaritas descuarticé antes del primer beso. He sabido del nombre del miedo a manos del amor y he enloquecido con el tacto de la soledad. Dime si desde hace mucho amor más amor es dolor. Y si la distancia entre hipotenusa y catetos sigue siendo cero. He decidido dejar de hablar, dejar de andar y dejar de amar (por lo menos mientras no ames).

Volvería a caer, volvería a saber. 

Y aunque tú me pierdas yo siempre me encuentro contigo.

Cuando vienes, vas. Cuando vas, no estás. Y yo vivo enganchada a los pasos que das.

 Y tanto que he escuchado que la Luna es un poco menos blanca, que el Sol es un poco menos brillante y que a la Vía Láctea la han desahuciado por ese cerrado por vacaciones.

Yo no quise correr. Solamente una vez me mandaron los pies.

He visto el odio en tus ojos y he llorado por ello. He visto la urgencia en nuestros labios y he llorado por ello. He sentido el frío de la eternidad sin tus ropas en tan solo un segundo. 
Y he llorado por ello

¿Dónde vas? Tan solo y tan tarde que no te acuerdas de nadie. 

He buscado las razones que aún me han faltado para alejar tu némesis de tus latidos. Y cuando voy a cogerlas se me escapan entre los dedos. Y se adhieren a tu corazón y lo oprimen sin pudor y me desgarro con pasividad y me desato de mi cordura y me acuerdo de qué sería de mí sin ti y me vuelvo a acordar de que no encuentro tu olor. 

Una vez. Solamente una vez, ya lo ves. Una vez te perdí, una vez te seguí. Una vez, dos y tres. 

Maldigo el momento en el que emancipé al corazón. Maldigo la vez que decidí mirarte de reojo y suspirar.

Una vez me enamoré del lado oscuro de ti. Di tantas vueltas que perdí el rumbo.



Thursday, 12 June 2014

Por nada

Solía compararme con Goya, aunque no hubo nunca nada que realmente me gustara del brochista.
Solía andar por el mundo virtual a ciegas, cansada y a solas. Desértico.

 Y confiaba en que tenía talento. Que algún día quizá sí significara algo.

Solía pensar que eso de gustar era mera compasión, compromiso y todo lo que empezara por com.
Solía pararme a pensar, mirando cómo mi talento desaparecía hoja tras hoja. 

 Y confiaba en que no fuera cierto que quizá siempre había estado perdido.

Solía llorar a menudo, por perder el tiempo, por no hacer nada, por ver pasar los días.
Solía soñar con lo que iba a pasar, con lo que nunca pasó y solía llorar a menudo, por perder el tiempo, por no hacer nad


Thursday, 5 June 2014

Con coraza y sin corazón

Dicen que el mundo se muere este año.
Me da por vivir.

No creo en la humanidad. No creo en esta humanidad. 
No creo en los que visten de seda y diamantes a sus semejantes para que sean todo menos eso. Iguales. Parecidos. Nacidos en el mismo mundo. 
No creo en los que idolatran a semejantes por tan solo un par de letras que acompañan al nombre al que responden. 
No creo en una humanidad movida por las cifras, que supedita la valía de un corazón a un papel. 
No creo en esta humanidad que desordena. La misma que aparta a los que se mueven a contratiempo ya sea queriendo o sin querer. La que cree saber todo de todos y acaba creando los convencionalismos que son nuestros impulsos innatos, incluso antes de llegar a respirar. Y la que rechaza la individualidad con derechos vacíos de aplicación que la aseguran.
¿De dónde sale ese odio innato a una bandera? Si son colores puestos en bandas. Pero, ¿cómo te desprendes de él? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Hasta el punto en el que despreciar a tu nación viene a ser parte de tus rasgos de persona, que vienen pegados a ti al nacer.
Ni bueno ni malo, solo pregunto por qué. 
¿Qué nos queda por vivir en una humanidad que te restringe todo? ¿Por qué decidir en torno a las decisiones de cualquier organismo formado por las oligarquías que ni siquiera saben tu color favorito? Quizá para ellos es más fácil sí conocerlo: el que no esté reflejado en tu bandera.
No creo en una humanidad que busca sus vestigios de renovación más allá de donde puede ver. La que piensa que cuanto más lejos, mejor se vive. La que cree que siempre hay alguien por encima y alguien por debajo. La que no entiende que todos somos humanidad.
Y todos somos tan increíbles. Porque no se puede creer en nuestra bondad. No porque nos sobre.
Tanto como su detestable manera de presentarse.
Esta humanidad que dota de temor a los ojos de los recién nacidos, que lloran ya no por instinto, sino por rutina. Que se agarran a cualquier cosa que se parezca a un dedo, aunque raje, aunque dañe. Así van cogiendo experiencia, un punto más para su curriculum vitae.
Esta saña que más que daña corroe hasta lo más puro. ¿Qué queda no contagiado de los desaires de esta miseria compartida? Y se extiende. Y para no sentirnos más culpables lo llamamos tradición. 
No se puede ser más presuntuoso.
No creo en esta humanidad con coraza y sin corazón. Sin corazón.

¿Quién me ha robado el mes de abril? Lo guardaba en el cajón, donde guardo el corazón.

¿Por qué tapas tu boca cuando ríes? ¿Por qué no tienes los ojos tristes cuando lloras?
¿Qué le has hecho al mundo?