Saturday, 22 March 2014

Casualidad

Si me sonreías no importaba nada y además confiaba en que todo iría bien.

Difícil es saber decidir. No, difícil es saber elegir bien. ¿Qué es lo que hacemos mal para que nunca nos falten trampas? ¿Y por qué os empeñáis en pensar que existe algo ahí arriba que coloca todos los obstáculos? Podríais simplemente pensar que todo lo que nos pasa es consecuencia del movimiento anterior.

Al fin y al cabo, todo esto podría ser un cúmulo de casualidades. Tus amigos podrían ser otros si hubieras nacido a cien kilómetros de tu ciudad. Tu familia podría ser otra si tus abuelos hubieran decidido tener más hijos. Tú mismo podrías ser otro si tus padres fueran distintos.

Pero, al final, siempre tenemos algo. Alguna casualidad que te acompaña. Pensamos que tenemos los mejores amigos, que no puedes llevarte tan bien con otros diferentes. Pero, ¿y si hubieras nacido en otro sitio? No tendrías a nadie. ¿Es así?

Aún así, me empeño en pensar en que mis casualidades me abruman. Mis casualidades me arropan. Mis casualidades se amoldan a mí, me abrazan los días de frío y me acompañan las noches de verano envueltos en sudor. Mis casualidades me hacen reír, me hacen llorar y me hacen vivir. Mis casualidades son para mí. Están hechas para mí. Y no quiero cambiarlas. Un día llegaron, aunque simplemente fuera eso, casualidad.

Solo necesito tener algunas cosas fáciles. Aunque sería aburrido. En realidad no lo necesito. Solo necesito a mis casualidades. "Le quiero más que a ti y ya no necesito huir de nada". Eso sería demasiado fácil. Yo me empeño en huir, en esconder, en tratar de hacer ver. Y, por casualidad, casi nunca sale bien.

Y es por casualidad que cada vez que estreno ropa nueva pido un deseo. Es por casualidad que cierro los ojos y le ruego al destino que me traiga todo lo bueno que yo espero. Casualidad y destino, es tan contrario como tu forma de ver y la mía. Y a la vez entran en la misma bolsa. Y forman tal parte de mi vida que no sería yo si no existieran, así, tan contrarias, tanto que decían que eran incompatibles.

Lo mejor sería pensar en la independencia. En que nada está conectado. ¡Pero es que todo está conectado! Debería pensar entonces que nunca te voy a olvidar. Debería pensar entonces en que siempre vamos a estar en el mismo lugar sin estar. Debería pensar en continuar y lo único que pienso es en dejar de pensar. Para no estropear, ya sabes, para no quitarle opciones a la casualidad. Si piensas algo de una manera, directamente se elimina de la lista de posibilidades que puedan ocurrir. Siempre sucede diferente. Como el color de tus ojos, cada vez es diferente. La independencia. Para mí la independencia sería pensar en ti sin que duela. Para mí la independencia sería verte y sonreír, sin pensar que te irás, por casualidad. Para mí la independencia sería crear arte, que salga de mis venas, impregnado de ti. De vosotros. Arte en formas y colores, en sonidos y en palabras. Y ese arte es independencia. No quiero que cojas mi brocha, no quiero que me indiques cómo retratarte o cómo describirte. No quiero que me obligues a recordarte ni a olvidarte. Solo quiero crearte. Cada día nuevo. Cada día distinto. Tal y como te concibo cada vez que abro los ojos.

Y para eso, mi amor, solo me basto yo. Solo me necesito a mí. Con mi brocha y mis venas. Con mis venas y mi lista de casualidades.

Mamá, yo quiero ser artista, tengo conmigo misma.


1 comment:

  1. Si le digo a la Palmi que quiero ser artista me deshereda.

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