Wednesday, 26 March 2014

Déjame ser

Time does not know us at all.

Mi culpa. Mis desequilibrios. Mi pico de la montaña y mi fondo del mar. Lo siento.

A veces creo que te odio y otra veces sé que te adoro. No es por ti. Te prometo que no es por ti.

Es solo que a veces me comparo con el viento. A veces me dejo llevar por las mareas de las voces que me invitan a recorrer los caminos de la curiosidad. Es solo que a veces me pierdo en mis laberintos. Y te prometo que no me encuentro, que no soy capaz de encontrarme. Te aseguro que, en algunas ocasiones, no sabría responderte si me llegaras a preguntar cuál es mi nombre, mi poesía o mi razón. Es solo que a veces, con mis idas y venidas, me ahogo en la inmensidad de la luz del sol, en el verde de las hojas de los manzanos y en el sabor del aire de la noche cuando llueve. A veces, y no tan solo a veces, no sé quién soy. Y no es por ti, no es por ti. Es solo que a veces prefiero dejarme los ojos mirando el blanco de las nubes y perdiendo la noción del tiempo. Es solo que a veces necesito tanto la soledad que ni siquiera quepo yo en su lugar.
Me seducen los caminos turbios. Me conducen al filo de la precipitación y me empeño en traducir el mensaje que dejan mis alas al volar. Si tienes que culpar, que sea a mí. Solo a mí. No es por ti. Soy así. Y aunque no lo sepas de mí. Disfruto pensando que lo tengo todo cuando acabo de perderte de vista sin querer. Que te adoro, que siempre te busco. Pero a veces se me olvida respirar tanto como puedo olvidarme de las razones por las que te necesito donde esté. Soy pura contradicción. Soy la retórica del corazón y la ironía de la razón. Y no he ganado ni una sola batalla de las que he librado conmigo misma. Autodestrucción. Déjame ser. Déjame aparecer cuando no me ves. Déjame crecer. Crecer al lado de los fiordos y de las olas del Caribe. Déjame dormir. Dormir para soñar. No sabes cuánto adoro y odio dormir. 
Lo siento. No es por ti. Te sigo prometiendo que es por mí. Te sigo prometiendo que escalaría la montaña más alta de la Luna solo por verte un segundo más. Te prometo que lucharía contra Goliat si me lo pidieras. Pero solo déjame ser. No te enfades si no escucho. Si de repente me callo en mitad de la historia y pierdo mi mirada por cualquier rincón de la habitación.
No te enfades si te presto demasiada atención. No me obligues a mirarte si acabo de cerrar los ojos. Déjame ser. Déjame llorar. Déjame reír. Ríe conmigo si te atreves, llora conmigo si puedes.
No me repitas de cuántas formas soy capaz de perder el tiempo. Intenta conocerme. Trata de entender lo que escribo. Es como un callejón sin salida. Revisa una y otra vez las razones por las que no te llamé aquella noche. ¿Dónde están? ¿Dónde estoy? Se han quedado todas allí, con las otras que me obligan a odiarte cuando más te quiero y a quererte cuando más creo que te odio.
Y no te odio. Te quiero por sacar lo mejor de mí. Te quiero por ser así, por hacerme ser así. Te quiero porque quizá no lo sepas. Te quiero porque no vayas a entender esto. Te quiero por ser. Te quiero por querer.
Déjame gritar. Déjame con mis chistes, con mis ironías. Preocúpate de mis pesadillas y hazme feliz por las mañanas. Prepárame para poder ser sin ti. Prepárame para echarte de menos sin doler. Prepárame para saber cómo se vive un día en el mundo sin tu olor. Pero déjame ser.
Sé tú.
Dejémonos ser. Olvidemos nuestras coincidencias. Inventemos otras nuevas. Déjalo estar. Déjalo ser.
Déjalo como está. Revuélvelo otra vez. Te prometo que no es por ti.
Que no es por ti.


Saturday, 22 March 2014

Casualidad

Si me sonreías no importaba nada y además confiaba en que todo iría bien.

Difícil es saber decidir. No, difícil es saber elegir bien. ¿Qué es lo que hacemos mal para que nunca nos falten trampas? ¿Y por qué os empeñáis en pensar que existe algo ahí arriba que coloca todos los obstáculos? Podríais simplemente pensar que todo lo que nos pasa es consecuencia del movimiento anterior.

Al fin y al cabo, todo esto podría ser un cúmulo de casualidades. Tus amigos podrían ser otros si hubieras nacido a cien kilómetros de tu ciudad. Tu familia podría ser otra si tus abuelos hubieran decidido tener más hijos. Tú mismo podrías ser otro si tus padres fueran distintos.

Pero, al final, siempre tenemos algo. Alguna casualidad que te acompaña. Pensamos que tenemos los mejores amigos, que no puedes llevarte tan bien con otros diferentes. Pero, ¿y si hubieras nacido en otro sitio? No tendrías a nadie. ¿Es así?

Aún así, me empeño en pensar en que mis casualidades me abruman. Mis casualidades me arropan. Mis casualidades se amoldan a mí, me abrazan los días de frío y me acompañan las noches de verano envueltos en sudor. Mis casualidades me hacen reír, me hacen llorar y me hacen vivir. Mis casualidades son para mí. Están hechas para mí. Y no quiero cambiarlas. Un día llegaron, aunque simplemente fuera eso, casualidad.

Solo necesito tener algunas cosas fáciles. Aunque sería aburrido. En realidad no lo necesito. Solo necesito a mis casualidades. "Le quiero más que a ti y ya no necesito huir de nada". Eso sería demasiado fácil. Yo me empeño en huir, en esconder, en tratar de hacer ver. Y, por casualidad, casi nunca sale bien.

Y es por casualidad que cada vez que estreno ropa nueva pido un deseo. Es por casualidad que cierro los ojos y le ruego al destino que me traiga todo lo bueno que yo espero. Casualidad y destino, es tan contrario como tu forma de ver y la mía. Y a la vez entran en la misma bolsa. Y forman tal parte de mi vida que no sería yo si no existieran, así, tan contrarias, tanto que decían que eran incompatibles.

Lo mejor sería pensar en la independencia. En que nada está conectado. ¡Pero es que todo está conectado! Debería pensar entonces que nunca te voy a olvidar. Debería pensar entonces en que siempre vamos a estar en el mismo lugar sin estar. Debería pensar en continuar y lo único que pienso es en dejar de pensar. Para no estropear, ya sabes, para no quitarle opciones a la casualidad. Si piensas algo de una manera, directamente se elimina de la lista de posibilidades que puedan ocurrir. Siempre sucede diferente. Como el color de tus ojos, cada vez es diferente. La independencia. Para mí la independencia sería pensar en ti sin que duela. Para mí la independencia sería verte y sonreír, sin pensar que te irás, por casualidad. Para mí la independencia sería crear arte, que salga de mis venas, impregnado de ti. De vosotros. Arte en formas y colores, en sonidos y en palabras. Y ese arte es independencia. No quiero que cojas mi brocha, no quiero que me indiques cómo retratarte o cómo describirte. No quiero que me obligues a recordarte ni a olvidarte. Solo quiero crearte. Cada día nuevo. Cada día distinto. Tal y como te concibo cada vez que abro los ojos.

Y para eso, mi amor, solo me basto yo. Solo me necesito a mí. Con mi brocha y mis venas. Con mis venas y mi lista de casualidades.

Mamá, yo quiero ser artista, tengo conmigo misma.


Wednesday, 19 March 2014

Exactamente

Estás forzándome a recordar cuando todo lo que quiero es simplemente olvidarte.

Mi concentración está exactamente donde estás tú.
Mi corazón está exactamente donde está mi concentración.

¿Cómo puedes incluso ahora dar los pasos tan fácilmente?
¿De dónde sacas esa firmeza contenida?

Mi felicidad está exactamente donde estás tú.
Mi estabilidad está exactamente donde está mi felicidad.

¿Por qué tratas de desordenar?
¿Por qué tanta cal y tan poca arena?

Mi vida está exactamente donde estás tú.
Mi herida está exactamente donde está mi vida.

¿Dónde guardas tu habilidad para hechizar?
¿Qué has hecho con la utopía que me robaste justo al dar la primera brazada en tus ojos?

Jaque mate.
Todos mis instintos me han fallado a la vez.



Sunday, 9 March 2014

Oráculo

Y domingo otra vez. Y sigue pareciéndome imposible que todas y cada una de las semanas sea capaz de romper la magia de cada viernes y cada sábado.
Sábado.
El sábado que te hace brillar. Que te hace creer estar más arriba que las nubes (aunque en realidad luzca un sol radiante que nuestro pelo no pudo catar).


¿Qué me puede faltar?

Tengo a aquellas personas que convierten tu peor pesadilla en el sueño que más ilusión te hace cumplir. 
Tengo a aquellas personas que ríen contigo mientras te miran a los ojos con más cariño del que pueda caber en el mundo.
Tengo a aquellas personas, aquellas que cuando hablas de ellas, es tu pelo el que no es capaz de evitar erizarse.
Tengo a aquellas personas. Y no voy a soltarlas.


¿Qué me puede faltar?

Ahogamos las sonrisas en el alcohol y tendemos las penas en el humo que dejan los aviones. ¡Pero luego pescamos las sonrisas entre risas! ¿Cómo podríamos dejarlas ahí, a su suerte? No somos tan crueles. Aún.
Aún.
Aún no hemos terminado. Aunque hubiera llegado el momento de casi soltar el adiós de la punta de la lengua. Aunque hubiera llegado el momento de confesar las lágrimas a escondidas. Aunque hubiera llegado el momento de asumir nuestra derrota.
Aunque hubiera llegado, nosotras somos más fuertes. Juntas. Y así lo batimos. Con fuerza. De la mano. Y con la sonrisa. Pactos. Pactos. No os soltéis. No os soltéis.


¿Qué va a ser de mí sin aquellas personas? ¿Qué diablos sería de mí?

Si son ellas las que me recuerdan lo increíbles que pueden llegar a ser. Si cada detalle me sigue fascinando. Si olvido todo. Todo lo malo. Y solo queda reír, llorar de la risa y volver a mirar. Y nunca, nunca dejar de soñar. 
Y si acaso pensamos que faltaba algo, de repente, viene como si nada. De la forma más inesperada, porque nunca podría haber sido de otra forma. Y, de nuevo, estamos todos más seguros de cuál es nuestro camino. ¿Por qué no? Que se enfade Edipo si le place, que venga el oráculo de Delfos. Que venga.


A ver quién se cree más oráculo aquí.


Por favor. Por favor. Por favor.
Tengo los dedos cruzados desde hace más de quince horas y no pienso separarlos.
Solo he guardado mis ilusiones en una hucha hermética.
Para sacarlas cuando estemos juntas.
Y no esconderlas nunca más.
Por favor.