Lo sentí justo cuando abrí los ojos por la mañana. Algo pasaría. Algo cambiaría.
Me levanté, de un salto, abrí las puertas de mi balcón y salí. El aire frío se desahogaba contra mi cara después de una noche especialmente larga. Él también echaba de menos cuando era bienvenido, cuando era de alivio para todo el mundo, cuando era verano y solo traía bienestar a todos. Él se sentía mal ahora y no hacía otra cosa que pagarla con la primera persona que encontrara a su paso.
No me importó, sin embargo.
En realidad, no me atreví a levantar la cabeza hasta que no estuve totalmente segura de que no me asustaría demasiado. Al final, no me quedó otra que tomar la iniciativa, dar el paso.
Levanté la mirada, suavemente, hasta que veía todo y nada a la vez. El Sol, a lo lejos, nubes, pájaros, azul. Grandeza.
Demasiada para un día como estos.
Era diferente. Era pesimista, extraño. No necesariamente triste.
Algo cambiaría. Algo iría a peor.
Y, sin duda, lo hizo.... aun cuando tenía todas las esperanzas puestas en la posibilidad de que no lo haría. En que serían tonterías.
He estado repasando nuestra historia. Nuestro momentos y nuestras palabras. He estado repasando los motivos por los que estoy aquí, ahora. Pero solo me encuentro a mí misma. ¿Dónde estás? ¿Dónde te has metido?
He recorrido hasta el último milímetro de nuestros laberintos y nuestras razones para ser alguien mejor. Me he preguntado mil veces cómo fue que apareciste... y cómo fue que te irás, poco a poco.
Me he vuelto a preguntar cómo sacrificar cualquier cosa, algo, lo que sea, que pueda hacerme cambiar a mí misma y no a lo que un día llegamos a ser.
Me he querido concienciar de que no es el día, de que no eres tú, ni nosotros, los que estamos provocando todo esto. De que todo sigue siendo un sueño; el sueño que me ha acompañado toda la noche y que, seguro, volverá. Para recordarme que no se equivoca; que esta vez gana él.
He querido creer que unas palabras solucionarían la tensión. Que la disiparían, como muchas otras veces hicieron. Pero no llegaron, ni llegarán.
Un mal día para estar sin ti.