Los bichos que me aman por dentro. Que corren, que ríen, que destrozan lo que me miran. Los bichos que me obligan a amar. A adorar las cosas de mí que no son yo. Si duran más de lo que ya han durado, miro al cielo y me digo que es de mis fuerzas de lo que se alimentan.
De mi amor me desespero, me muero por convertirme en poesía. Hay ahora ríos entre mis cejas, que vienen y que van entre mi sola montaña. Sécame. Sécame y hazme desierto por fuera para convertirme en alma por dentro, que arda por lo vivo. Que viva entre nuestra calma.
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