Thursday, 14 March 2013

Tú y lo que fueras ayer

I am no(some)thing else but you.

Me dejaste caer, me dejaste caer, me dejaste caer.

Y, ahora, ahora miro tu foto y no veo a un extraño. No. Nunca más. Eres tú, con un par de meses más pero tú. Eres tú, con un par de detalles más (o menos) pero tú. Sigues siendo tú, con un par de recuerdos al peso más pero tú.

Eres tú pero puede que no recuerdes cómo sea yo. Puede que no quieras recordar. Puede que te sigas acordando de alguna de las mil canciones que compartí contigo. O puede que no. Puede que no.

Supongo que se trata de irse haciendo a la idea, de que no me darás nunca un punto y final, ni siquiera un punto y aparte. Tú desaparecerás y volverás a aparecer. Tú a tu ritmo. Ese que nunca es el mismo.

Tú y tus caprichos. Tú y tus olvidos. 

And you can tell the world that you are tired but your excuses, they won't work, cause I'll know that you are lying.


Tell me that to you it doesn't count and I'll stay here, if you prefer. And I'll leave you without a word, without a word.


Tuesday, 5 March 2013

¿De dónde viniste tú?

He sentido que ya no daba para más, que no quería dar para más.
He sentido la melancolía en mis venas, corriendo por mis venas.
Has vuelto a por mí, y yo, y yo sin darme cuenta, sin ni siquiera darme cuenta.

Dime qué tengo que hacer para perforar la capa de piedra que ahora te envuelve. Dime qué tengo que hacer para volver a rozar el diamante que siempre has sido. Dime si puedo chocar de nuevo con el viento que dejas cuando te vas y caer sentada sobre las ondas del sonido de tu risa de vuelta a casa. Dime qué soy yo sin ti, qué no soy yo contigo.

He recorrido los valles que un día maldijiste y, sin embargo, aquí sigo. Me arrepiento de tantas cosas que prefiero no acordarme, dejarlas en suspense acompañadas de un tuvieron que pasar. Sigo tan confusa como el primer día que probé la magia de tus ojos, el primer día que pensé ser una idiota sin vuelta atrás. El primer día que empecé a caminar descalza y pisando charcos. ¿Qué importa?, si tú ya estabas ahí.

Y, ¿sabes qué? Los charcos son lo peor en los días de lluvia: coches que salpican, baldosas que rebosan en contacto con cualquier pie, barro en tus pantalones. ¿Lo peor? ¿Son los charcos lo peor para una niña disfrutando de su vida? Pisar fuerte, salpicar, que el charco que se queje, que se entere el mundo y la lluvia y las nubes y los truenos, que nadie la mueve de allí. Que esa siempre fue su calle, su ciudad, su mundo, y que si el precio que tiene vivir es pisar charcos para que se enteren de que ese no es su lugar, así vivirá esa niña. Vivirá con una sonrisa. Comiéndose el mundo a bocados de adulto. Pisando charcos sin pensar de dónde vinieron.

Creo que aún me debes una parte de mí, aunque puedes quedártela; así, si alguna vez pierdo la que me queda, puedes echarme un cable. ¿Lo harías? Pase lo que pase, ¿verdad?

Ese es el trato. Siempre lo fue, aunque no lo comprendieras aquel primer día.

Creo... creo que no me entiendo. ¿Cómo podrías entenderme tú?