Tal y como el amor y la amistad se nos presentan, dejan bastante claro que hay dos opciones: seguir adelante con la cabeza bien alta o rendirse y abandonar. Es así de simple. No vale un
stand by.
El amor es cosa de dos... y medio. Es así, aunque a veces se obvie el
y medio. Una parte es tuya; otra, de tu pareja y esa mitad que se suma a todo es aquello que creáis entre los dos, aquello que os une.
Si eso falta...
Si eso falta, mi amor, estamos perdidos.
Ahora que ha pasado el tiempo, supongo que debemos haber llegado a alguna conclusión. Es lo que todos esperan y lo que a nadie le importa. ¿Sabes qué? Creo que mi conclusión no es algo que ya no sepas:
Todo esto no consiste en tenderte la mano y esperar a que la sostengas, consiste en que sepas cuándo necesito que la saques de mi bolsillo y me mantengas caminando. A tu lado.
No somos etéreos, pero sí demasiado transparentes. No podemos mentir, pero sí ocultar verdades. No somos capaces de decir la verdad, pero sí de creernos que no la sabemos.
Siempre he creído que en la vida hay personas que te alimentan, que te quieren y que necesitas de tal manera que cuando los pierdes nadie puede llenar ese vacío.
Albert Espinosa.
Es uno de esos días en los que tal vez pudieras pegarle una patada a tu mundo pero tal vez estés convencido de que no tienes la suficiente fuerza. Es uno de esos días en los que no ves sacos de boxeo a los que castigar con tus problemas sino que prefieres no saber que existen, prefieres dejarlos tranquilos por un momento. Prefieres que tengan su fin de semana, su domingo festivo. Su día feliz.
Y solo por ello. Solo por el hecho de hacerlos felices, puedes sentirte orgulloso.
Llevo meses pensándolo y lo único que he conseguido ha sido echar abajo tus leyes de física y tu tempo perfecto. Y, así, solo doy vueltas en la espiral, vuelvo a encontrarme de frente.
Cara a cara. Conmigo misma.