Monday, 6 March 2023

Hierro

Te estaba esperando
Ella
Desde hacía días


Llegó de repente, sin hacer ruido. Paró el motorcillo, subió el escaloncito y se paró en seco. Atenta, paciente, eterna. El primer día que la vi no pensé en ti. Bueno, puede que el primer día que la vi, en ese justo momento, no pensé en ti. Lo que pensara después se esfumó con el viento. Como en esa película de la que nadie se acuerda. Pero tú sí.


No sabría decirte la hora pero sí el lugar. No sabría decirte por qué pero sí cómo. Lo único que puedo asegurarte es que ella es de esas cosas que no explican sus motivos pero te avisan de las tormentas. Y de todos los tormentos. Pasaron comos dos, tres, cuatro días y


nada.


Nada.


Pero de esa nada que guarda el calor. La que te guiña el ojo, la que es pitonisa y reloj de arena. Todo a la vez. De repente parecía que escuchaba continuamente una risa preciosa en off. Una risa con sonrisa. No se me contagió pero algo tenía de amiga.


Y, de repente, llegaste tú.


La viste, la elegiste y la abrazaste. Dijiste: "mira, me estaba esperando". Y aunque seguía sin entender el porqué me creí que lo entendí. Y eso me bastó. Cómo es el mundo, cómo es la casualidad que es, a veces, de un opaco que da escalofríos.


Todo lo que pasó después seguramente fue como un delta de un río. Lo que viene, lo que se está yendo, lo que pensaras tú y todo lo que sigo pensando yo. Todo desembocando en un mar de conjeturas y de días largos. El cariño es enemigo de las fechas de caducidad. Y aparecen unos monstruos muy pequeñitos que te hacen nudos de marinero en las venas. Sin embargo, te advierto, me parece que tu fecha de caducidad está escrita con imanes, de los de los altavoces grandes. 


Y yo me estoy convirtiendo en hierro.