Te vas como el sol entre las nubes o como en invierno.
Tan lejos.
Me quedo como los árboles de hoja perenne o como la brisa en Valencia.
Tan nuestro.
Me dejas como las rosas caducas o como un Serrat sin voz.
Tan cruel.
Nos vemos cuando, en invierno, caigan las rosas caducas de sus tallos perennes. Cuando las nubes no hagan otra cosa que moverte hacia mí. Cuando deje de caer en el olvido. Cuando solo te llore versos de Serrat y vueles con ellos, por una vez.
Nos vemos cuando azote el miedo, cuando casi nos quedemos sin aliento.
Como cuando llevas veintinueve minutos en la cinta de correr, a velocidad máxima, creyendo que en cualquier momento te desplomas. Siendo el minuto más largo de tu vida hasta el momento, el más duro. Queriendo tirar la toalla a treinta segundos del final. Cerrando los ojos a diez de la meta. Soltando alaridos en el último segundo.
Y ya.
Tan lento.
Admiro al mundo por haberte conocido.