Y te quejas de que escriba.
Pero no dejo de escribir.
Y te quejas de que cante.
Pero no dejo de cantar.
Y te quejas de que esboce.
Pero no dejo de esbozar.
Y te quejas de que me pierda en el blanco del techo. De que vea todos los colores que lo componen, ya sabes, trato de buscar la órbita y hacer que deje de girar de una vez.
Me pierdo en la levedad de las plumas que rellenan el espacio que queda en mi habitación. Y deseo mudarme de una vez, dejar de ahogarme entre tantos planes que entre ellos se ponen la zancadilla para llegar a ser los primeros. Ya sabes, nunca me gustó competir.
Quizá por eso ahora solo estoy mirando cómo gira el blanco de la pantalla. Esperando a que la ruleta se decida por algún color.