Caminas. Corres. Me miras. Te giras. Sigues andando. Sonríes. Aceleras.
Y me vuelves a mirar.
¿Qué está pasando? Si esto fuera un sueño habría despertado ayer. Quizás esta mañana.
Arrastro los pies. Cierro los ojos. Suspiro. Te pienso. Te sueño. Abro los ojos.
Estás ahí.
De repente, parece como si todo el mundo sonriera a la vez, como si fueras una paleta llena de óleos. Como si la órbita de mi centro hubiera cambiado. Como si no existiera nada más que tú y yo... más todo lo demás. Eso es, creo que lo voy comprendiendo. Tú, yo. ¿De dónde hemos salido?
De un acoíris seguro que no y supongo que de una nube tampoco. ¿De dónde entonces? Salimos de nuestras palabras, de las miradas a medio hacer, de tu gesto cuando sonríes. De la forma en la que miramos al mundo. De la alegría por seguir adelante. De donde el futuro es el presente. De ahí.
Nuestro futuro siempre será el presente.
¿Y lo que venga después del presente? Ah, eso se llamaba futuro, ¿verdad? Pues podríamos omitirlo del diccionario. No nos hace falta. Ni a ti, ni a mí.
It's all about the way you smile...
De repente, todo tiene sentido. Los fines de semana son como el camión de los helados en pleno verano, como la lluvia de septiembre. De repente, te veo en todas partes. Todo el mundo se parece a ti. Y todo el mundo tiene algo en común a ti. Pero, ¿es que alguno te podría sustituir?
De repente... ¿Qué demonios? De repente, ninguna de mis palabras es suficiente. De repente...
...todos los coches son rojos.